lunes, 14 de septiembre de 2009

Ahorita estamos en la búsqueda detectivesca de...

Yo guardo en lo fluvial de la memoria

desobes asombrosos que platean los ríos,

pero anclo el recuerdo en el lugar

donde el lecho de limo

oculta los baleados que no encontró la draga.

Huelo en la sudestada petróleo y madreselva

y de pronto contemplo

la calleja de fachadas de cinc, donde, soldado,

culebrié por el suelo

disparando a los focos

donde el alba ovillaba el color amarillo

y no al muchacho isleño que al atracar con uvas

reventó un bazukazo,

ni contra “Villa Delta”

(letrinas de cartón, techos de aceite Gallo),

barrida desde el cielo

como aldea de naipes que desmorona el soplo.

Si en la V de la mira puse entonces,

en vez del enemigo, el lucero del alba,

¿sería porque Ana bailaba en mis pupilas

o porque en el balcón de la República

nadie salió a decir

a rugiente selva de puños levantados:

¡Patria o Muerte!

¡Repártanse las armas!?

Imar Miguel Lamonega, poeta, militante, gremialista, trabajador de YPF, secuestrado el 23 de diciembre de 1976. Continúa desaparecido.

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Hubiera querido traspasarte

Hasta diluirme en tu sangre soñolienta,

Y conocerme al revés,

Y salirme

Y verme al verte

Hubiera querido masticar la noche

Y tragarla muy despacio

Hasta vomitarla y detenerla.

Hubiera querido que tus pies helados

Se quedaran atracados en la cama

Y yo atracarme en tu cuerpo cálido

Y hacernos esclavos infinitos de las ganas

Hubiera querido muchas cosas

Alargar la distancia de mi cuerpo

Abarcarme y abarcarte más...

Entrar, ser vos,

Salir, dejar de serlo.

Apretarte, apretarme.

Estar siempre mojada de tus hijos

Llenarme las manos con tu pelo,

Recorrer con mi lengua las raíces de tus cosas

Todo muy rápido, todo al mismo tiempo...!

... pero el tiempo se viene y hay que caminarlo para hacerlo

Porque desde allá,

Desde donde el carajo está siendo razonado,

Y el fusil ya se abre paso entre los dedos

Porque el hambre ya se transformó en bostezo largo

Y el sueño, como el pan, en un misterio.

Se oye un grito gritando para todos.

El que no quiera escuchar, se irá muriendo

... hubiera querido tantas cosas, dije.

Y no me alcanzó el tiempo.

Rosa María Pargas fue secuestrada el 16 de agosto de 1977. Luego fue vista en el Centro Clandestino de Detención "El Vesubio".

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