miércoles, 15 de diciembre de 2010

¿Guillotina o submarino?

Por Leandro Andrini

Un corte, un tajo… y un nuevo espacio (cultural y político) que surge con todas las tensiones inherentes.

En la primera de las presentaciones de la antología salvaje si Hamlet duda le daremos muerte se produjo una interesante «subversión»: aparecieron la guillotina (objeto y símbolo) y Robespierre (sujeto artífice). Estos dos (indisolubles «históricamente») sustraen, o al menos distraen, la «idea» de «Revolución», tanto en la materialidad instrumental como en el plano «ideológico», y nos remiten a cierta «praxis» (del terror).

Un libro guillotinado…

Al verlo no pude dejar de asociarlo con aquella manifestación ateo-agnóstica que dos compañeros realizaron en la facultad. Tomaron tres Nuevo Testamento y los expusieron en un aula de trabajos de laboratorio: uno tal se los dio el feligrés (con la inscripción “para los creyentes”), otro cortado al medio paralelo al lomo conservando sólo la parte del lomo (con la inscripción “para los medio-creyentes”), y otro cortado al medio perpendicular al lomo conservando ambas partes (con la inscripción “arme su propia historia”). ¡Herejes!

Al guillotinar un libro ¿nos enfrentamos a una nueva «historia» que debemos «construir»? Como en el ejemplo de esa Biblia cortada ¿no estamos utilizando inclusive a ese libro para armar nuestra «propia historia»? ¿O estamos en la condición de la parte destinada a los medio-creyentes? Son condiciones de posibilidad (no de probabilidad), porque nos es permitido elegir. Elegimos qué y por dónde guillotinar (y en todo caso con qué parte quedarnos).

Robespierre, o Moreno –el de “no debe escandalizar el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa”- ¿destronaron al rey o al virrey para ocupar ellos las mismas funciones en el mismo espacio? Y con anterioridad al “destronamiento”, ¿no ocupaban ya funciones y espacios (políticos) diferentes?

Robespierre o Moreno ¿podían «dialogar» con el sujeto-otro sobre el objeto de la disputa? Cerca, temporalmente: ¿El PRT-ERP podía «dialogar» con Montoneros –y más drásticamente: con Perón-?. En una pirueta, por caso, ¿Prividera puede «dialogar» con Casas? O más propiamente ¿cuáles son las ligazones y/o los truncamientos que habilitan/deshabilitan el «diálogo» (si es que existen)?

Puede decirse que en el ideario y las prácticas de la «democracia», la «Revolución» es admirable como épica (porque pueden ser abominables sus militantes particulares). Como dice Badiou “entusiasmo por la Revolución, aborrecimiento por Robespierre y Saint-Just: ¿qué hay que interpretar por política para llegar a semejante separación?”.

¿La “Teoría de los Dos Demonios” no contiene parte de esta lógica? ¿Los discursos «hegemonizantes» de las décadas del ochenta y noventa no contienen rastros de esa disociación? ¿Poder y discurso –discurso en sus variadas formas- pueden disgregarse?

La guillotina disparó la polémica…

Y la polémica llegó a orillas del río, al ECuNHI (exESMA), donde el pasado 11 de diciembre se celebró la segunda de las presentaciones de la antología.

Hasta allí se trasladó una irónica pregunta: ¿guillotina o submarino?

La «ironía», ya en la condición de razón cínica, es –en alguna medida– la respuesta de la cultura dominante al procedimiento que subvierte la propuesta «oficial» confrontándola con la situación de su propia enunciación. O como sostiene Zizek, el cinismo reconoce “la distancia entre la máscara ideológica y la realidad, pero todavía encuentra razones para conservar la máscara”.

¿Por qué tendría que haber submarino si la asfixia nos viene persiguiendo durante todos estos años? ¿La guillotina acaso no es un escudo ante el submarino?

Muchas dudas (y peor aún: hay dando vueltas una guillotina…). Menos mal que no soy Hamlet…

Todas las «», porque en esta «multiplicidad» antologada no necesariamente existe un acuerdo sobre ciertos «nombres», «conceptos» o «categorías»…

Lo «trascendental» ha sido el «acontecimiento» poético, y como Juan González Moras ya lo ha expresado, lo calco: “gracias Julián y Juan por la oportunidad, por el empeño y dedicación, por la desmedida generosidad de la convocatoria”.

Acontecimiento –parafraseando a Badiou– que es también político porque es atribuible a la multiplicidad de un colectivo, que tiene por efecto el carácter infinito de las situaciones, porque procede a la puesta en evidencia de la infinitud subjetiva de esas situaciones (donde “toda política de emancipación refuta el ser para la muerte”).

Por último, una certeza (ilusoria): si mañana o pasado mañana o la semana que viene una «hoz» cortara al medio esta antología deberá hacerlo desde una polifonía tanto más radical como múltiple, para dar un paso hacia delante en la puesta en evidencia de la infinitud subjetiva de esa situación.

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