martes, 4 de enero de 2011

Elogio de la guillotina

Por el Comité Literario de Salvación Pública

Cortar un ejemplar de un libro –cual si fuera una flor marchita- no es
Cortar un libro ejemplar.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita- no es
Cortar las consagradas cabezas de los vendidos.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita– no es
Cortar los tibios cuellos de los moderados.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita– ni siquiera es como
Cortar todos los libros hasta incendiar los bosques.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita– es solo recordar que
Cortar es el trabajo de las guillotinas, aún las pacíficas guillotinas de papel.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchitaz– es no olvidar que
Cortar por lo insano es subvertir los límites de su papel.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita– es como
Cortar una mala racha y hacer saltar por una vez la banca.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita– y aún espantar al burgués es
Cortar con la complacida muerte de la vanguardia.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita– es
Cortar con el libresco historicismo para volver a la incesante Historia.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita– es
Cortar la sangre negra de la apatía.
Cortar un ejemplar –cual si fuera una flor marchita– es soñar que aún todo es posible.

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