martes, 8 de marzo de 2011

La policía nunca, será Poesía


Planteémonos una hipótesis absurda:


el Movimiento Estudiantil toma el poder en Italia.


Pragmáticamente, claro: sin habérselo propuesto:


por puro ímpetu o ardor ideológico,


por estricto idealismo juvenil, etc., etc.


El preciso ‘actuar antes que pensar’:


por consiguiente…


con la acción se puede conseguir todo.


El Movimiento Estudiantil está en el poder:


ser el poder significa disponer de los mecanismos del poder.


El más vistoso, espectacular y persuasivo aparato del poder es la policía.


El Movimiento Estudiantil, por tanto, se encuentra con que dispone de la policía.


¿Qué haría en tal caso? ¿La aboliría?


Si la aboliera, claro está, perdería automáticamente el poder.


Pero prosigamos con nuestra hipótesis absurda:


el Movimiento Estudiantil, dado que tiene el poder, quiere conservarlo:


y ello con el objetivo de cambiar, ¡por fin!, la estructura de la sociedad.


Puesto que el poder es siempre de derechas,


el Movimiento Estudiantil, pues,


para obtener ese fin superior consistente en la ‘revolución estructural’,


aceptaría un régimen provisional


–asambleario, no parlamentario, en última instancia- de derechas y,


en consecuencia, entre otras cosas,


tendría que decidirse a mantener a la policía a su disposición.


En esta absurda hipótesis, como verá el lector,


todo cambia y se presenta bajo un cariz milagroso,


embriagador, diría yo.


Sin embargo hay algo que no ha cambiado


y que se ha mantenido como era: la policía.


¿Por qué he planteado esta hipótesis insensata?


Porque la policía


es el único punto del que ningún extremista podría censurar objetivamente la necesidad de una ‘reforma’:


en lo tocante a la policía


no se puede ser más que reformista.






Piero Paolo Pasolini, 1969.

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