Por Julián Axat
La historia de los diecisiete desaparecidos de LPRC ya es conocida, muchos escribieron sobre ella. Gustavo Veiga escribió un libro y filmó una serie de pronta aparición. José Supera armó notas periodísticas y un hall de la fama en la revista interna del Club. Yo escribí un poema que se titula “Los canarios románticos”. El resto es lo no conocido: que los jugadores desaparecidos no fueron diecisiete. Nuestra presidenta, en un acto celebrado el jueves a la tarde en la que mencionó a los jugadores de rugby desaparecidos de su ciudad, dijo bien: eran dieciocho, “algunos muy amigos”, dijo. Pero esta historia es reciente, por lo visto CFK está muy bien informada.
Pero vamos a la historia. La omisión de la memoria de un jugador de Rugby desparecido por el terror de Estado es un agujero. Un agujero en las palabras y en los recuerdos. La justicia de la palabra salda estos olvidos, involuntarios por cierto, pero deliberados como efecto inconciente del terror de los perpetradores; incluso a tantos años vista.
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