domingo, 28 de abril de 2013

La mejor banda



Si tuviera que asaltar el banco más vigilado de Europa

y si pudiera elegir libremente a mis compañeros de fechorías

sin duda escogería un grupo de cinco poetas.

Cinco poetas verdaderos, apolíneos o dionisiacos, da igual,

pero verdaderos, es decir con un destino de poetas y con una vida de poetas.

No hay nadie en el mundo más valiente que ellos.

No hay nadie en el mundo que encare el desastre con mayor dignidad y lucidez.

 Son, en apariencia, débiles, lectores de Guido Cavalcanti y de Arnaut Daniel, lectores del desertor

Arquíloco que atravesó un campo de huesos,

y trabajan en el vacío de la palabra, como astronautas perdidos

en un planeta sin salida posible, en un desierto

en donde no hay lectores ni editores, sólo construcciones verbales o canciones idiotas cantadas no por hombres sino por fantasmas.

En el gremio de los escritores son la joya más grande y menos codiciada.

Cuando un enloquecido joven de dieciséis o dicisiete años decide ser poeta,

es desastre familiar seguro. Judío homosexual, medio negro, medio bolchevique,

la Siberia de su destierro suele cubrir de oprobio también a su familia…

Su fragilidad, sin embargo, es engañosa.

También su humor y las manifestaciones caprichosas de su amor.

Tras esas sombras vagas se encuentran acaso los tipos más duros del mundo y seguramente los más valientes.

No por nada descienden de Orfeo,

que marcaba la cadencia del remo de los Argonautas y

que bajó al infierno y volvió a subir,

menos vivo que antes de la hazaña, pero vivo al fin y al cabo.

Si tuviera que asaltar el banco más protegido de América, en mi banda

sólo habría poetas.

El atraco concluiría, probablemente, de forma desastrosa,

pero sería hermoso.


Roberto Bolaño (Entre Paréntesis)

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