domingo, 28 de abril de 2013

Nuevas ediciones de LDS

Cálcio. Autor: Pádua Fernandes.


Hay algo de la poesía de Pádua Fernádes que me recuerda a La sonrisa de Hiroshima de Eugen Jebeleanu, quizás la poesía que nace de los peores abismos e intenta renovar un aire contaminado por los horrores del siglo XX, y los que todavía siguen. De allí que para salvar a los muertos que ni siquiera fueron reconocidos como tales, hay que salir a buscar un habla que juegue al límite con un lenguaje canalla, y que más tarde lo exceda fabricando el Golem biopoético. La justicia de los elementos: La rebelión de un cuerpo sólo hecho de fracturas. Juntar materia aleatoria en esos retazos, el Cálcio ya no maldito, el Cálcio renovado desde la garganta-mandíbula y por el toque mágico de cierta palabra poética. Cálcio que puede batallar simientes de lo siniestro, y de ese modo, salvar a los muertos. A las futuras generaciones salidas de la cárcel de los propios huesos, o de la de sus padres en algún lugar enterrados o carcomidos: Falta la piel / que cubra los vientos / y los convierta en un cuerpo / entero de rebelión. Una nueva piel para los huesos de la poesía actual; la estructura ósea de una comunidad grande biopoética, espacio de encuentro, compromiso y la solidaridad entre los vivos de acá, y de más allá.

Julián Axat

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Musulmán o biopoética. Autor: Julián Axat.


Julián Axat piensa que con la palabra se puede hacer justicia. Que hay algo así como una justicia poética,  justicia desde la palabra. Porque hay expulsados del lenguaje. De allí poner en palabra a los que no tienen palabra, sin sacarles o sustituir su voz, se convierte en un acto de justicia (poética) hacia los que no tienen nada que perder. Aquellos que fueron expulsados de la vida hacia un lugar que el cliché de las palabras no alcanza a nombrar/testimoniar; pero sí a exterminar. Hurgar en los fragmentos (pasajes) que designan-fabrican musulmanes, a los que Axat defiende como defensor y los que él trae a hablar desde el poema. Los defiende en los dos planos porque para Axat no hay una línea divisoria entre poesía y derecho (si la justicia no está, entonces la poesía estará del lado de los vencidos). En definitiva, líneas que trazamos nosotros para no ver los rostros invisibles y mudos.

Guido L. Croxatto

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